No me acostumbro a que aquellos lugares a los que voy me provoquen algún tipo de intranquilidad... Lo primero la playa de Zierbena, en la que tienes que adentrarte casi medio quilómetro para que el agua te llegue al ombligo, aunque de repente se llena de surferos que copan todo el pequeño tramo de playa.
Despues un paseo nudista entre las cañas, sorprendente... no cuento más ! Y una visita a Donosti, con lluvia, en la que no pudimos disfrutar de la playa de la concha más que para tomar un café en un chiringuito donde casí tenemos que dejar los dientes de oro !
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