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divendres, 12 de novembre del 2010

El poeta murió al amanecer

Sin un céntimo, solo, tal como vino al mundo,
murió al fin en la plaza frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas: la esperanza y la miseria.
Fue un poeta completo de su vida y su obra,
escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera
y como hombre de su tiempo que era
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.


Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los más jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos,
los parroquianos del Café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.


Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Whitman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Becquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.
Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro:
tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro."

"- YO CONOZCO UNA CALLE
QUE HAY EN CUALQUIER CIUDAD
UNA CALLE QUE NADIE
CONOCE NI TRANSITA
SOLO YO VOY POR ELLA
CON MI DOLOR DESNUDO
SOLO CON EL RECUERDO
DE UNA MUJER QUERIDA
ESTÁ EN UN PUERTO.
- ¿UN PUERTO?
YO HE CONOCIDO UN PUERTO.

- DECIR "YO HE CONOCIDO"
ES DECIR: ALGO HA MUERTO."

(Raúl González Tuñón.

Buenos Aires 1905-1974)